Max y Baldur permanecían firmes, desafiándose con la mirada. La postura agresiva del joven contrastaba con la serenidad imperturbable del viejo. Oliver y Gouten solo podían contemplar la escena, inquietos.
—¿El señor Baldur sabrá pelear? —preguntó en voz baja Gouten, sin apartar los ojos del anciano.
—Se apareció flotando en el cielo y nos dijo que practicó artes marciales en este mismo dojo… —respondió Oliver, con un atisbo de duda—. Yo supongo que sí.
—Había olvidado ese detalle… pero aun así… —confesó Gouten, con la duda latente en su voz—. ¿Estará al mismo nivel que Max? Solo lo hemos visto pelear a él…
—Creo que pronto lo sabremos… —murmuró Oliver, señalando con la barbilla a los dos guerreros, que se miraban en completo silencio.
Max frunció el ceño y apretó los puños con fuerza, mientras Baldur sacudía su mano derecha para relajarla. Una brisa suave cruzó entre ellos, cargada de la tensión que precede a todo enfrentamiento.
Sin previo aviso, Max se lanzó hacia adelante con una impresionante aceleración, buscando conectar el primer golpe. Sin embargo, Baldur desvió el ataque con facilidad, desplazándolo hacia la derecha con la palma de la mano. Fue un movimiento tan suave que Max apenas sintió el contacto.
Pero Max reaccionó de inmediato. Giró la cadera y lanzó una patada recta al estómago de Baldur, impactándolo con fuerza y obligándolo a retroceder apenas unos centímetros.
Max retomó su postura y, con asombro, miró su propio puño. No había sentido la mano de Baldur al desviar su ataque.
—Me desvió como si su toque fuera la caricia de una llovizna… —analizó Max en silencio, sin perder la guardia—. No usó fuerza, solo aprovechó la inercia de mi propio golpe… Qué molesto…
Fue a por el segundo golpe. Baldur retomó la defensa, atento a cada movimiento. Max lanzó el puñetazo con fuerza, pero en el último instante lo desvió hacia abajo, usándolo como apoyo para impulsarse y ejecutar una patada curva con la pierna derecha.
Un destello amarillo parpadeó en el aire cuando su pierna impactó la cintura de Baldur. Apenas sus pies tocaron el suelo nuevamente, Max giró sobre su eje y conectó otro golpe, generando un nuevo destello dorado.
—¿Son tan fuertes los golpes de Max? —preguntó Gouten, con asombro—. Veo destellos dorados cada vez que impacta…
—¿Qué rayos estoy golpeando…? —se preguntó Max, sorprendido de ver a Baldur aún intacto—. ¿Qué son esos destellos amarillos que aparecen cada vez que golpeo…?
Lo observó un instante, analizando cada movimiento del viejo.
—¿Será que está creando barreras de energía antes de cada impacto? —teorizó—. Pero eso requiere un control extraordinario sobre la energía vital… el "Ki" …
Respiró hondo, ajustando su postura. "Tendré que cambiar mi estrategia para conectar mis golpes… de lo contrario, este combate será eterno…".
Baldur extendió el brazo, con ambos dedos estirados. De sus dedos brotó un chorro de agua a presión que empujó a Max contra un árbol. Oliver y Gouten lo contemplaron con asombro, sin poder apartar la vista del ataque del anciano.
Pero Max no se dejó intimidar. Juntó ambas manos y, con un rugido silencioso, lanzó una esfera de energía dorada que surcó el aire como un cañón.
Baldur mantuvo la calma. Con un solo movimiento, sus dedos atraparon la esfera de energía y, girando suavemente la muñeca, la desvió hacia el cielo, disipándola sin esfuerzo.
—Centra su ki en la yema de los dedos para desviar los ataques… —analiza Max mientras se inclina hacia la derecha y toma impulso—. Pero esa agua… ¿De dónde salió?
Baldur volvió a erguirse con calma, levantando el brazo y apuntando hacia adelante.
—Aún estás a tiempo de rendirte…
—Ni de chiste… —responde Max con el ceño fruncido—. Todavía no me has dado un golpe directo. Solo me empujaste con esa agua…
—Esa es la mentalidad débil a la que me refería —le comenta Max con desdén—. Si así piensas que funciona tu entorno, no quiero que Oliver y Gouten se conviertan en guerreros con esa misma actitud.
Max se mantuvo firme, con una sonrisa desdeñosa.
—Es una estupidez lo que estoy diciendo… Sé perfectamente que su control del Ki es muy superior al mío… pero si no ataca, me está mostrando el lado más patético de sus creencias…
—Mis creencias no me permiten alzar la mano contra un joven que todavía está aprendiendo… Eso te incluye, Max. Atácame, y te mostraré cómo te derroto… sin necesidad de darte un solo golpe.
—Me está provocando… —piensa Max, mientras da un paso lento a la izquierda—. Es imposible derrotar a un guerrero Senkayn sin golpearlo, ya sea a distancia o cuerpo a cuerpo… el golpe debe existir…
—Es muy gracioso usted, señor Baldur… —le dice Max con una sonrisa burlona—. Nunca lo escuché decir tantas estupideces juntas…
—A veces puedo ser algo cómico, Max —responde Baldur, acariciando su frondosa barba castaña con una serenidad que parecía inquebrantable.
—Se distrajo… —piensa Max, mientras estira su brazo y lo retrae con fuerza, como si atrajera algo hacia él—. Ya retomé el control, ¡así que regresa! —grita Max.
La esfera dorada que había lanzado con anterioridad obedeció su orden, girando en el aire como un cometa y dirigiéndose velozmente hacia Baldur.
Se balanceó hacia un lado, observando cómo la esfera parecía dirigirse al suelo, solo para repentinamente enderezar su trayectoria y girar alrededor de ambos guerreros en un movimiento pseudo circular, para finalmente volver a atacar a Baldur.
—Interesante… —murmuró Baldur, analizando el patrón con calma—. Pero Max es un soldado entrenado… no volverá a usar el mismo truco dos veces sabiendo que falló.
Entonces, el viejo invocó su técnica.
—Arte del agua: Domo Atlántico —proclamó Baldur.
De inmediato, un domo hecho de agua cristalina lo envolvió por completo, formando una cúpula líquida que bloqueó tanto el proyectil de Ki como el puño de Max, que llegaba desde un ángulo inesperado. Todo había sido una finta meticulosamente planeada por Max.
El agua ondeó como si una sola gota rompiera la superficie de un charco, mientras el puño de Max permanecía firme contra aquel líquido tibio pero impenetrable.
—Otra vez esa agua… pero ahora pronunció el nombre de la técnica —susurró Max, dando un salto hacia atrás para alejarse del agua.
—La toqué… es líquida, moja… pero es distinta… no es agua natural… es Ki. Esa agua está hecha de partículas de energía vital. ¿Podrá controlar el agua natural también? —reflexionó, frunciendo el ceño con curiosidad.
Cuando sus pies tocaron el suelo, Max no tardó en tomar impulso. Su puño atravesó el agua como una aguja que perfora un abrigo de lana tejido, y el montón de agua se desplomó en el piso, evaporándose al instante.
Max vio cómo Baldur eludía su ataque moviéndose con agilidad dentro del pequeño domo; incluso sus miradas se cruzaron a través de esa delgada capa de agua.
Atravesó de largo, su pie tocó el suelo nuevamente y se giró de inmediato para iniciar un segundo ataque. Sin embargo, algo llamó su atención de golpe. Max sacudió su brazo, pero no podía flexionarlo correctamente.
—¿Qué rayos significa esto?... —gruñó, sorprendido.
—Lo llamo puño suave —respondió Baldur con voz tranquila.
—¡Nadie te preguntó! —gritó Max, apuntando a Baldur con su brazo entumecido e intentando lanzarle un ataque de Ki.
Abrió los ojos con sorpresa al sentir que tenía dificultades para concentrar la energía en la palma de su mano.
—Tengo el brazo paralizado… y algo está interfiriendo con el flujo de energía… —analizó Max, frunciendo el ceño—. ¿Qué rayos me hizo? Un momento…
—¿Dijo puño suave? —se preguntó Max, intentando flexionar el brazo—. ¡Pero en ningún momento me tocó o golpeó directamente…! ¿Por qué me está hablando del nombre de un golpe?
—Un golpe imperceptible, inofensivo… ni siquiera es un puño, Max —le explicó Baldur con una sonrisa tranquila—. Es apenas un toque, tan delicado como un pétalo de flor o una gota de agua.
—Originalmente, era un puño —continuó Baldur—. Mi viejo maestro lo usaba para enseñarnos el principio de la manipulación del Ki. Pero yo lo perfeccioné: lo transformé en un simple toque que libera una pequeña cantidad de Ki de forma inofensiva… o eso parece. Para el cuerpo, es un daño nulo, casi absurdo.
Su voz se volvió más grave, y su mirada se clavó en Max.
—El verdadero problema surge cuando ese toque se aplica en puntos clave… como en el sistema nervioso…
—Una parálisis nerviosa… Mi brazo está entumecido porque tu energía interfiere con mi sistema nervioso —responde Max, sujetándose el brazo afectado.
—Eres muy perspicaz, Max —asiente Baldur con calma—. O al menos lo eres cuando decides usar la cabeza.
—¿Adónde demonios quieres llegar? —le pregunta Max, su tono cargado de molestia—. Esto es una pelea… ¡No una clase de historia!
—De hecho, es ambas cosas, combinadas con una lección muy importante —responde Baldur con serenidad. Con un movimiento suave, se quita el sombrero y se sienta en el suelo, cruzando las piernas.
—¿Un golpe imperceptible? —pregunta Gouten, maravillado—. ¡Es increíble, Oliver!... —dice, girando para buscar a su primo. Sin embargo, al mirar a su alrededor, se da cuenta de que Oliver ya no está en su sitio—. ¿Oliver…?
Baldur suspira y fija la mirada en Max.
—Quiero disculparme contigo, Max —dice con tono grave—. No me tomé el tiempo de preguntarte: ¿Cómo te sientes?
—¿A qué quieres llegar? —pregunta Max con el ceño fruncido.
—A nada —responde Baldur con serenidad—. Solo quiero saber tus motivos… ¿Por qué eres tan estricto y duro con ellos?
—¿Usted es idiota…? —espeta Max, su tono cargado de irritación.
—Nunca podremos tener una conversación si no abres tu mente, Max —dice Baldur, con voz calmada.
Max resopla ante aquellas palabras y contesta:
—Ya se lo dije… Quiero que Oliver y Gouten sean fuertes… casi, igual o más fuertes que yo…
—¿Pero ¿cuál es el motivo, Max? —insiste Baldur, sin alterarse.
—No voy a responder eso —dice Max entre dientes, dando un paso hacia atrás.
—Max… —pronuncia Baldur, dando un paso al frente.
—Deme tiempo para hablar, ¿sí? —le interrumpe Max, su voz sonaba más contenida—. Usted sabe cómo soy… Sea paciente, le terminaré contando cuando sea el momento.
—Está bien, lo comprendo… —responde Baldur, asintiendo con suavidad. Luego, gira la vista hacia donde deberían estar Oliver y Gouten, pero no ve a ninguno de los dos.
—¿Dónde se metieron…? —pregunta Max, mientras siente cómo Baldur anula el efecto del "puño suave" sobre su brazo.
—Ven… vamos a buscarlos —le indica el viejo, poniéndose de pie con serenidad.
A lo lejos, resonaban golpes secos contra la madera. Max tragó saliva, deduciendo de inmediato que era el mismo ejercicio que él había impuesto a Oliver y Gouten. Baldur caminó con calma hacia el origen del sonido, con Max siguiéndolo de cerca.
En el camino, se toparon con Gouten. El chico estaba paralizado, su rostro mostraba un miedo que no sabía expresar. Solo podía mirar hacia adelante, sin moverse ni hablar.
—Gouten, ¿qué te ocurre? —preguntó Baldur con preocupación.
—¿Dónde está Oliver? —añadió Max, su voz cargada de tensión, detrás del viejo.
Con la mano temblorosa, Gouten señaló hacia adelante.
—Allá está…
Cuando Max y Baldur alzaron la vista, sus cuerpos se helaron al ver la escena.
Los golpes secos se escuchaban más fuertes que nunca, y la madera del tronco estaba teñida de rojo. Oliver golpeaba el árbol con una fuerza desesperada, sus dientes apretados, el puño ensangrentado y los nudillos en carne viva. Lágrimas de frustración rodaban por sus mejillas.
—Soy débil… no puedo romper más allá de la corteza… —susurraba Oliver, golpeando sin descanso—. Soy muy débil… ¿de qué sirvo si soy débil?… ¿soy una vergüenza?… de seguro lo soy…
Sus golpes continuaban, uno tras otro, mientras la sangre manchaba la corteza del árbol.
—Soy débil…
—Débil…