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Chapter 8 - Capítulo 8: Una Rara Mañana de Paz y una Llamada Inoportuna

La mañana siguiente en la mansión De Santa amaneció con una calma inusual. El sol de Los Santos se filtraba suavemente por las ventanas, y el habitual bullicio de los reproches de Amanda o las quejas de los niños era notablemente ausente. Tracey, sorprendentemente, estaba en la cocina, haciendo tostadas, no solo para ella, sino para toda la familia. Jimmy, aunque todavía pegado a su teléfono, lo hacía con los auriculares puestos y una postura menos desafiante.

Michael, recién duchado y con la ligera molestia muscular del gimnasio del día anterior, bajó las escaleras. El olor a café y pan tostado era casi idílico.

"Buenos días", dijo Michael, con una sonrisa sincera. Se sentó en el taburete de la isla de la cocina.

Tracey le sirvió una tostada. "Buenos días, papá. Mamá sigue durmiendo. Creo que anoche se quedó pensando en… todo." Su mirada se encontró con la de Michael, y había algo de respeto, incluso de gratitud, en sus ojos. "Gracias por lo de Lazlow, papá. Fue… intenso. Pero lo aprecio. De verdad."

"De nada, cariño", dijo Michael, tocándole el hombro. "Nadie va a aprovecharse de ti. Y lo que te dije ayer, lo de buscar otras opciones, va en serio. Podemos encontrar algo que sea bueno para ti, sin comprometerte."

Jimmy, bajó sus auriculares. "Sí, papá estuvo increíble. Lazlow salió corriendo como si hubiera visto un fantasma." Una rara sonrisa apareció en el rostro de Jimmy, una que no era de burla.

Michael sonrió, sintiendo un calor en el pecho. Eran pequeños pasos, pero significaban el mundo. "Y tú, joven. Después del desayuno, vamos a revisar algunas de esas aplicaciones para cursos en línea que me mostraste. Nada de pasar todo el día en el sofá, ¿entendido?"

Jimmy suspiró, pero asintió. "Sí, papá. Entendido."

Mientras desayunaban en una paz casi surreal, el teléfono de Michael vibró sobre la encimera. Una llamada entrante. Número desconocido, pero el presentimiento en el estómago de Michael era inconfundible. Era Franklin.

Michael excusó brevemente, tomando el teléfono y dirigiéndose al patio trasero, lejos de los oídos curiosos de sus hijos.

"Michael, ¿qué pasa, maestro? ¿Te divertiste un poco humillando a Simeon?", la voz de Franklin era jovial, casi eufórica.

"Digamos que fue… instructivo para él", respondió Michael, con un ligero gruñido. "No fue para divertirme, Franklin. Fue para dejar las cosas claras."

"Como sea, el viejo está que echa chispas", dijo Franklin, con un tono de diversión. "Pero no es por eso que llamo. Escucha, me llegó un soplo. Hay un par de coches de alta gama aparcados en las colinas. Un tal D tiene una deuda con mi primo, y podríamos 'recuperar' algo de su propiedad para compensar. Podría ser un buen pellizco."

Michael frunció el ceño. D era Devin Weston. Y los coches de alta gama eran el prólogo a una serie de problemas masivos en el guion original. Esto no era un simple robo de coche. Esto era el inicio de un enredo con uno de los personajes más peligrosos del juego.

"Franklin, espera un momento", dijo Michael, con un tono más serio. "No me gusta el sonido de eso. ¿Coches de alta gama en las colinas? Eso suena a problemas de verdad. ¿Quién es este tal D?"

"Un tipo rico, Michael. Un pez gordo. Pero su seguridad es una broma. Mi primo Lamar lo ha estado vigilando. Dice que es pan comido", insistió Franklin, impaciente.

"Pan comido es lo que dicen antes de que les disparen en la cara", replicó Michael. La conciencia de Alex estaba gritándole que esta misión era un punto de no retorno. Devin Weston era un psicópata. "Mira, Franklin, no voy a ir a ciegas. Si vamos a hacer esto, lo haremos a mi manera. Con información. Con un plan. No quiero sorpresas."

"¿Qué información necesitas, Michael? Solo son unos coches aparcados", dijo Franklin, su tono volviéndose un poco más impaciente. La impaciencia del guion.

"Necesito saber todo sobre este 'tal D'", respondió Michael. "Dónde vive, quién lo protege, qué tipo de seguridad tiene, qué tan valiosos son esos coches realmente. Y lo más importante, si este 'primo' tuyo es fiable o va a terminar volándonos la cabeza por accidente. Si vas a meterte en esto, necesitas saber dónde pisas."

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. Franklin no estaba acostumbrado a que Michael le hiciera tantas preguntas.

"Ugh, Michael, eres un dolor de cabeza", masculló Franklin. "Pero… de acuerdo. Voy a hablar con Lamar. A ver qué información puedo sacar. ¿Te llamo cuando tenga algo?"

"Llámame cuando tengas todo", corrigió Michael, su voz firme. "No doy un paso hasta que tenga todos los datos. Y no se te ocurra ir solo. ¿Entendido?"

"Entendido, maestro", dijo Franklin, con un suspiro resignado, pero con un matiz de respeto. "Te llamo."

Michael colgó el teléfono, sintiendo el peso de la decisión. Había logrado desviar el inicio con Simeon, pero el camino hacia Devin Weston parecía inevitable. Ahora, la clave era cómo manejarlo. Necesitaba estar un paso por delante del "guion" y evitar las catástrofes que sabía que se avecinaban. La paz doméstica que había logrado esa mañana era frágil, y los golpes de Michael podrían destruirla en un instante. El equilibrio era precario.

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