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Chapter 7 - Prólogo. El pecado de no haberla salvado.

Volumen 2: Una extraña tormenta de primavera.

Prólogo. Interrogatorio.

Parte 1.

Base Militar de la AST.

Aunque a simple vista parece una instalación común del Ejército Japonés, en realidad es la base operativa principal de una unidad secreta perteneciente a las Fuerzas Terrestres de Autodefensa de Japón (JGSDF).

Esta unidad especial, conocida como la "AST" (Anti-Spirit Team), fue creada con un propósito muy distinto al de las fuerzas militares convencionales: exterminar a la amenaza de origen no humano llamada "Espíritu".

Estos Espíritus son misteriosas criaturas que provienen de otra dimensión y cuya aparición provoca fenómenos conocidos como "terremotos espaciales", capaces de causar destrucción a gran escala en todo el mundo.

La existencia de estos Espíritus es altamente confidencial, y sólo un reducido grupo dentro de los altos mandos del gobierno japonés conoce la verdadera naturaleza de esta amenaza.

Sin embargo, esta no es una tarea convencional. Para cumplir con su objetivo, la "AST" recurre al uso de trajes cibernéticos avanzados combinados con un riguroso entrenamiento físico y mental, que permite a los usuarios superar los límites humanos y desarrollar habilidades sobrehumanas.

El elemento más importante de esta tecnología es el Realizador, un dispositivo científico-mágico que puede hacer que las cosas normalmente imposibles se vuelvan posibles, tales como:

Camuflaje activo, anulación de defensas enemigas, autocuración de heridas no letales, generación de campos de fuerza, aumento del poder ofensivo e incluso la inmovilización del enemigo.

No obstante, el uso prolongado del Realizador puede provocar una sobrecarga neural que induce un estado de coma, lo que hace que su empleo sea un riesgo constante, aunque indispensable para enfrentarse a los Espíritus.

A pesar de estos avances, las habilidades humanas y tecnológicas siguen siendo insuficientes para igualar las capacidades mágicas de los Espíritus, que desafían las leyes físicas.

Hoy en día, la frecuencia de los terremotos espaciales ha disminuido considerablemente, gracias a la construcción de refugios subterráneos y al desarrollo de tecnología avanzada de reconstrucción, capaz incluso de restaurar una ciudad destruida en cuestión de días, un proceso que muchos podrían calificar como "magia".

La base de la AST, ubicada en las afueras de la Ciudad Tenguu, es el núcleo desde donde se coordinan todas estas operaciones militares secretas.

La capitana pelinegra Kusakabe Ryouko está caminando por los interiores de uno de los edificios de la base militar de la AST en la noche.

No había nada extraño. Era solo otra de las muchas tareas rutinarias para una oficial de su rango, patrullando y asegurándose de que todo estuviera en orden.

Otros magos aún seguían con sus labores, pero el turno estaba por concluir, y pronto se realizaría el cambio de guardia. El horario de trabajo de Kusakabe ya debería haber terminado, pero eligió quedarse un poco más debido a cierto incidente.

A su lado estaba una chica de pelo blanco plateado.

Sin embargo, lo que hace que Kusakabe se sienta inseguro es la razón por la que se dirigían hacia la habitación subterránea.

—Origami... ¿Estás segura de que fue necesario?

—Eso fue inevitable. Si hubiera otro modo de eliminar al objetivo sin que Kamijou hubiera estado presente lo habría presentado. Puede que sea malo para el espectador, pero ese fue escenario que estuvimos esperando todo es te tiempo para lograr con nuestra misión.

Vestida con un blazer negro de manga-larga con bolsillos, y una polera blanca, una falda corta, y calcetines blancos hasta la rodilla, además de una cinta roja en la parte frontal del uniforme y un par de zapatos de vestir café oscuro.

Este era el uniforme escolar de la preparatoria Raizen que esta usando Tobiichi Origami. Debido al avistamiento del Espíritu, Origami no tuvo tiempo para cambiarse de uniforme de acuerdo con el uniforme militar.

Ella tiene el cargo de Sargento Mayor.

—La verdad hubiera preferido no tener que hacerlo de este modo.

—Capitana.

"..." Kusakabe voltea y dice. "¿Sí?

—Usted sabe lo peligroso que puede ser un Espíritu. No hubo otra manera.

—¡Lo sé! Sé que fue nuestra mejor opción, pero...

Kusakabe asintió y gritó.

—Ese chico... Kamijou Touma, debe sentirse mal para una persona tener que vivir esta experiencia anormal. No estamos hablando de un simple cebo, es una persona, y el método fue cuestionable desde el principio. Ni siquiera sé si estará dispuesto a cooperar.

—Es posible.

—Entonces... ¿Qué estamos haciendo?

—Solo necesitamos confirmar lo que ya sabemos y algo más.

—Hmph… No me gusta usar personas como herramientas... Aunque admito que fue efectivo.

Sin embargo, la voz de Kusakabe parecía estar temblando.

—Es mejor que lo acepte.

De repente, Kusakabe se detuvo y preguntó.

—Origami, recuerdas sobre las pruebas que se hizo a Kamijou Touma antes de llegar al hospital?

—Si. ¿Qué pasa con eso, capitana?

—Bueno, lo que pasó hace unas horas. Tú resultaste golpeada, tu herida... ¿te dejaste golpear inconscientemente y así deshabilitaste tu territorio?

"¡...!" Origami frunció el ceño.

Lo había olvidado.

Kamijou Touma. El chico que fue encontrado inconsciente el 14 de abril, en pleno centro de la ciudad, justo después del terremoto espacial que arrasó gran parte de esa zona. Pero algo raro pasó, el territorio que usaron para curarlo y devolverle la conciencia... no funcionó.

Algo interfería con el proceso, pero nunca se llegó a comprender la causa con exactitud.

Cuando recibió ese golpe en el rostro, por un instante pensó que se trataba de una ilusión. Incluso ahora, no podía entender qué fue lo que realmente sucedió. ¿Acaso ella había desactivado su territorio por culpa? No. Definitivamente no. No sentía remordimiento por haberlo utilizado.

Su misión era clara desde el principio: exterminar a todos los Espíritus. Esa fue la razón por la que se unió a la AST, y nada más le importaba.

—No es eso...

Kusakabe logró percibir un matiz casi imperceptible en el rostro de Origami.

Era algo extraordinario. Por lo general, descifrar lo que pasaba por la mente de aquella chica —que bien podía ser confundida con una muñeca sin emociones— era una tarea imposible. Su rostro siempre mostraba la misma calma imperturbable, una máscara inquebrantable.

Pero esta vez fue diferente. Una sombra en sus ojos, un leve mueca en sus labios y esa respuesta fue lo suficiente para que Kusakabe supiera lo que pasaba en la mente de Origami.

—Ahora... supongo que tenemos otra razón más.

—...

Origami se quedó en silencio. Kusakabe

—Cierto. Después de esto, los altos mandos quieren verte.

Tobiichi Origami había sido la responsable de eliminar al Espíritu conocido como "Princess", quien había aparecido repentinamente en la ciudad. Aunque sus manifestaciones se habían vuelto cada vez más frecuentes, la destrucción que causaban solo alcanzaba algunas manzanas de edificios. Aun así, no podían permitirse ignorarlas.

Este era un logro trascendental.

Probablemente, el más importante jamás conseguido dentro de la AST.

Por primera vez en la historia, un Espíritu había sido derrotado por el poder humano.

—Origami.

Ella volvió en sí, se detuvo, y observó hacia su costado.

En ese momento, Kusakabe y Origami se encontraban frente a una puerta metálica.

Sala de interrogatorio.

Por lo general, este cuarto permanecía en desuso debido a que no solían presentarse casos que requirieran encubrimiento ni había testigos que pudieran conocer la verdad de lo que ocurría en relación con la existencia llamada "Espíritu".

Pero ahora, por primera vez en mucho tiempo, alguien se encontraba dentro.

Ambas sabían perfectamente quién era la persona que estaba al otro lado de esa puerta.

—Por favor, espere aquí. No me tomará mucho tiempo.

—Está bien.

Kusakabe Ryouko deslizó su dedo índice por el lector de la máquina. Un leve "tic" rompió el silencio del pasillo.

Empujó la puerta metálica y entró en una habitación amplia, blanca, sin ventanas. Las paredes, cubiertas por paneles lisos y brillantes, recordaban a un laboratorio o una instalación médica: todo estaba diseñado para facilitar la limpieza y desinfección.

Desde el techo industrial, con rejillas de ventilación y paneles rectangulares, una luz blanca caía directamente sobre el centro de la sala. Allí estaba un chico de pelo negro puntiagudo esposado a una silla metálica con las manos hacia atrás y una cadena fija al suelo que limitaba sus movimientos.

Kamijou Touma

Esa era la persona que estuvo con el Espíritu "Princess" en el momento de su muerte.

—Estoy segura de que sabes por qué estoy aquí.

Kusakabe se sentó en la silla y habló.

El chico levantó lentamente la mirada. Su expresión no era desafiante, pero tampoco sumisa. Había algo en sus ojos, una tensión silenciosa, como si midiera cada palabra antes de hablar, como si buscara el verdadero propósito detrás de esas palabras.

El chico no parecía estar intimidado a pesar de su estado actual.

—¿Qué se supone que tengo que decir, Kusakabe Ryouko? Buenas noches, Kusakabe-san.

Había un dejo irónico en su tono, pero no llegaba a ser burla. Era una forma de protegerse. De mantenerse de pie en medio de una habitación que lo reducía a un número, una amenaza, un expediente.

Ese chico lo reconoció de inmediato. Era obvio. No podía olvidar tan fácilmente a la persona que lo ayudó en el hospital militar de Tenguu.

Entonces, el chico observa la ropa militar de color verde de Kusakabe.

—Así que tú eres la superior de Tobiichi Origami.

—¿Qué? Bueno, sí.

—Origami...

Kamijou soltó ese nombre en voz baja mientras tenía su mirada hacia abajo.

Kusakabe desvió la mirada. Había algo incómodo en estar ahí, frente a ese chico que había atacado desde sus espaldas.

—Relájate. No estamos aquí para torturarte. Pero tuvimos que aplicar medidas adicionales para evitar que escapes.

—¿Con "medidas adicionales" te refieres a estas esposas?

Kamijou alzó las cejas, trató de mover sus manos y luego suspira.

No podía moverse libremente.

—¡Demonios, ni siquiera quiero imaginar cómo podría rascarme en los lugares donde normalmente alcanzo!

—¿Eh?

Kusakabe parpadeó, desconcertada.

Ese no era la reacción que había anticipado. Esperaba a un chico molesto, reacio a cooperar, tal vez en silencio o con hostilidad... pero ese comentario sarcástico, tan fuera de lugar en una sala blanca y estéril con él esposado a una silla, la tomó por sorpresa.

—Lamento eso. No vamos a tenerte así por mucho tiempo.

Touma la miró en silencio. Esta vez su expresión cambió. El gesto sarcástico se apagó. Bajó la vista con lentitud, y sus hombros, hasta entonces firmes, se hundieron levemente.

—Entonces, quiero saber la verdad.

Kamijou comenzó a hablar con un tono más apagado.

—¿La única razón por la que me ayudaste fue porque estaba relacionado con ella?

—No. Incluso si no te hubieras involucrado, te habría ayudado.

Los labios de Kusakabe temblaron levemente al pronunciar esas palabras.

Era cierto. Ella ayudó a ese chico porque quiso, porque vio en él a alguien que merecía ser protegido, como cualquier civil en peligro o desorientado.

Sin embargo, había una segunda intención.

Desde que el momento en que lo vio, cuando ese chico estaba cerca del Espíritu "Princess", lo vigiló más de cerca. No por desconfianza personal, sino por deber de su misión. Incluso si eso no hubiera pasado, no habría cambiado su decisión de ayudarlo.

Pero ella sentía que esa verdad ahora pesaba como una traición.

—Pero lo admites…

Kamijou murmuró. Su tono no fue de sorpresa, sino de resignación.

Luego, con una pequeña risa irónica que apenas curvó sus labios, añadió.

—Bueno, al menos, Tobiichi Origami era sincera.

Su sonrisa se desvaneció tan rápido como había aparecido.

Le temblaban los dedos. Sus ojos, bajos, se llenaban de algo más denso que enojo.

—No puedo perdonar esto.

Kusakabe lo miró en silencio.

Kamijou levantó lentamente la cabeza, sin apartar la mirada de ella. Sus ojos estaban ligeramente enrojecidos como si tratara de reprimir sus emociones.

—¿Sabes lo que significa confiar?

Kamijou preguntó con voz quebrada.

—Confiar, cuando todo está desmoronándose. Cuando el mundo entero te grita que des la espalda… y tú decides quedarte.

—Touma…

—No. No me llames así. No uses mi nombre como si te importara.

Kusakabe apretó los labios, pero no replicó.

—¿Qué tan lejos están dispuestos a llegar? —continuó él, con voz baja pero firme—. ¿Qué más están dispuestos a destruir con tal de cumplir una orden? ¿Cuántas vidas van a usar como piezas de sacrificio?

Hizo una pausa. Trató de calmar su respiración, pero fue inútil.

Cada palabra le dolía.

Cada recuerdo se clavaba como una espina.

Tenia la justificación para estar enojado con esa mujer.

—Me usaron. Me acerqué a ella, creé una conexión… y ustedes la mataron.

Kusakabe desvió la mirada. Tardó unos segundos en responder, como si las palabras pesaran más de lo que estaba dispuesta a admitir.

—No voy a negarlo. Fue una operación táctica. Tú eras un factor imprevisto, pero útil. Aprovechamos la situación para eliminar la amenaza detectada.

—¿"Amenaza"?

Kamijou apretó los dientes, sus ojos se abrieron con rabia contenida.

—¡Hablas como si fuera un monstruo! ¡Ella tenía emociones, sueños… una personalidad! ¡Y ustedes la ejecutaron como si fuera un error de sistema!

—Kamijou Touma, los Espíritus no son humanos.

Kusakabe respondió con un tono tenso, sin alterar su postura.

—Aparecen sin previo aviso. Causan desastres. No hay sentido en tu postura como si trataras de ver a un Espíritu como un humano.

—¡¿Y eso lo justifica?! ¡Lo que veo es que sacrificaron a una vida inocente por conveniencia! ¡No son tan distintos de los monstruos que dicen combatir! ¡Simplemente se rindieron y nunca fueron más allá! ¡Si tan solo fueran más listas para darse cuenta de eso!

Kusakabe se mantuvo en silencio. Ni una sola palabra en defensa. Solo el leve descenso de sus párpados, como si quisiera evitar mirar el peso de sus propias acciones.

—Lamento que hayas tenido que ver esto.

—¿Y ahora qué? ¿Van a silenciarme? ¿O quieren seguir usándome hasta que ya no les sirva?

—Queremos saber todo lo que recuerdas de tu interacción con ese Espíritu Princess.

Touma cerró los ojos con fuerza, como si el nombre mismo fuera una puñalada.

—¡¿Princess?! ¡Ella tiene un nombre! ¡Tohka!

—¿Tohka?

—Si realmente no era una amenaza, cuéntame... ¿qué era Tohka para ti?

Desvió la mirada. Una parte de él quería guardar silencio, no darles ningún tipo de información acerca de ella. Pero otra parte sabía que, si callaba, la muerte de Tohka sería en vano y seria olvidada.

—Era… ingenua.

Las palabras salieron con esfuerzo, como si cada una doliera al pasar por su garganta.

—No entendía nada de este mundo. Todo le parecía nuevo, confuso… pero lo enfrentaba con una sonrisa.

Una leve sonrisa amarga apareció en su rostro, apenas visible.

—Comía pan como si fuera un manjar celestial… me preguntaba cosas tan obvias que daba risa. Como si el mundo fuera un cuento que aún no entendía. Pero también…

Su voz se volvió un susurro, y abrió los ojos lentamente, fijos en algún punto vacío del suelo.

—…era fuerte. Más de lo que cualquiera de ustedes podrá entender. No porque destruyera edificios con un solo movimiento. Sino porque… confiaba. En mí. En los humanos. Incluso después de haber sido atacada una y otra vez.

Kusakabe no dijo nada, pero su expresión se endureció levemente.

—Tu visión ideal es imposible. Un Espíritu es un enemigo para la humanidad. Sus apariciones causan terremotos espaciales. La destrucción es parte de su existencia.

—¡Tohka nunca hizo daño a nadie! ¡Solo quería vivir en paz! ¡Ella tenía la fuerza necesaria para destruirlos a todos ustedes sin esforzarse tanto! ¡Eso lo sé! ¡Pero no lo hizo, no porque no fuera capaz sino para protegerse a si misma del miedo que era acabar con una parte de este mundo! Era tan ignorante que finalmente pudo entenderlo todo.

Kusakabe lo miró con una mezcla de firmeza y compasión.

—La paz no es un derecho automático cuando existes fuera de la lógica humana. Cuando eres una anomalía. Tarde o temprano, algo así iba a ocurrir. Incluso si no hubiera sido yo, otro lo habría hecho.

Touma apretó los puños. El metal de las esposas crujió.

—No importa.

—Esto no es un juicio moral. Solo obedecemos órdenes.

—¿Órdenes...?

—Aún sigues considerando a ese Espíritu como igual a un humano.

—La respuesta es obvia, Kusakabe.

Su voz era clara. Sólida. Dolida, pero sin un solo temblor.

—Ella era humana. Más humana que muchos que conozco. Tenía la sensación de que estaba haciendo las cosas mal... y sabes, por fin... pude evitar esa destrucción.

Kusakabe no contestó.

No tenía forma de responder a eso.

La sola idea de que los Espíritus tengan humanidad era algo chocante para ella.

Entonces, la puerta metálica se abrió de nuevo. Una chica de cabello blanco plateado entró.

Kamijou alzó la mirada, y sus ojos se estrecharon con una mezcla de furia y desdén.

—Tobiichi Origami…

Esta era la persona que había asesinado a Tohka.

—Quiero hablar con él a solas.

Origami dijo sin rodeos.

Kusakabe Ryouko intercambió una mirada rápida con Kamijou, y luego asintió con un leve movimiento.

—Entendido. Te esperaré afuera.

Se levantó de la silla y caminó hacia la puerta y la cerró con un suave clic tras ella.

La habitación blanca solo estaba Origami y Kamijou.

—Así que viniste...

Esa era la persona que había apretado el gatillo. Que había arrebatado a Tohka del mundo.

Origami lo miró con una expresión estoica.

—Sigues con eso.. No puedes entenderlo. Los Espíritus representan un peligro para la humanidad. Ella debía ser eliminada.

—¿Y tú? ¿No sientes nada por eso? ¿Ni una sombra de duda? ¿Nunca pensaste si había otra forma?

Origami bajó ligeramente la mirada.

Fue apenas un instante, pero suficiente y alzó su mirada con fría resolución.

—No tengo tiempo para debates filosóficos. Mi deber es proteger a la humanidad. Y lo cumpliré sin vacilar.

—Justo como pensaba. Tú realmente disfrazas la justicia con venganza.

—¡...!

Origami frunció el ceño. Por un momento, sus ojos perdieron firmeza.

—Solo estás alimentando tu odio. Conozco bien eso. Un accidente en una montaña rusa donde murió el hermano menor o un amigo muy cercano que murió de hemorragia por experimentar la magia siendo que su cuerpo lo rechazaría, todo ello... Ese odio dirigido al lugar donde ocurrió ese accidente.

—No tiene sentido lo que dices.

—Crees que haces lo correcto, pero solo estarás arrastrando a más inocentes contigo. ¡¿Qué clase de justicia es esa?! ¡Demonios! ¡¿Qué diablos te hizo ella?!

"..." Origami guardó silencio.

—Estás tan cegada por tu dolor. Buscas darle sentido a una tragedia que te robó todo, lo entiendo. Pero convertir tu dolor en una cruzada de odio no te devolverá a tus padres. Solo seguirás perdiéndote a ti misma en el camino.

—No entiendes nada. No viste lo que yo vi. Todo ardió frente a mis ojos. Y en medio de las llamas… un Espíritu. Desde ese día, juré que nadie más sufriría lo mismo.

—¿Y estás segura de que Tohka fue la que destruyó tu vida?

Origami parpadeó. Vaciló. Un segundo de duda.

—No tengo por qué seguir escuchando esto.

—Claro que no. Porque si lo hicieras… te darías cuenta de que solo estás repitiendo el mismo dolor. Y provocando más. Solo seguirás perdiéndote a ti misma en el camino.

—Hace tiempo que dejé ese camino.

Kamijou Touma no podía soportarlo más.

—No puedo... creerlo.

—Entonces dime algo... ¿Cómo logras anular un Territorio? ¿Qué es exactamente esa habilidad tuya?

Kamijou entrecerró los ojos. Su mandíbula se tensó.

—No pienso decirte nada.

—Eres una anomalía. Lo que hiciste en la Zona Cero… no hay registro de alguien capaz de destruir un Territorio de esa manera.

—¿Y qué? ¿Vas a diseccionarme ahora? ¿Convertirme en otra herramienta para tu "justicia"?

—No. Solo quiero entenderlo.

Kamijou negó lentamente con la cabeza.

—No me interesa ayudarte.

Origami no insistió, pero su ceño volvió a fruncirse.

Esa negativa, más que una defensa, fue una declaración.

—No te aseguro que esto salga bien para ti.

Después de escuchar eso, Origami salió de la habitación.

La puerta se cerró.

—¿Qué paso, Origami?

—No tiene sentido seguir hablando con él. No quiere colaborar.

—Guh... Espera, Ori-

Kusakabe no la siguió.

"..."

En este mundo, el 21 de abril fue el día en que el Espíritu conocido como "Princess" fue asesinada por Tobiichi Origami en una operación de la AST.

Un crimen encubierto, borrado de los registros oficiales.

Pero Kamijou Touma no podía olvidar ese hecho ni perdonar a Tobiichi Origami.

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