N/A: TERMINÉ ANTES Y COMO NO SOY MALO, SI ESTAS VIENDO ESTE FIC, NO TE HARÉ ESPERAR HASTA EL 17....
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Era 2007 y por unas horas, el mundo había perdido el aliento.
La noticia de un cadáver más largo que cualquier rascacielos se volvió tendencia en las redes de aquel tiempo. Millones de internautas y supuestos "profesionales" en los comentarios compartieron sus teorías con emoción o escepticismo. Pero quienes creyeron en la autenticidad de las imágenes llegaron a una conclusión común, al observar la forma de la bestia:
La humanidad había encontrado un dragón.
Uno real: gigantesco y sorprendentemente bien conservado. Durante ese breve lapso, el asombro colectivo fue palpable, pero la ilusión se vino abajo igual de rápido.
Pocas horas después, en la Antártida, un reporte oficial desde la misma cuenta que había publicado el hallazgo aseguró que todo había sido producto de un hackeo. Se trataba, supuestamente, de una broma de mal gusto: una manipulación digital presentada como un hallazgo científico.
La paleontóloga detrás de la cuenta, la Dra. Peterson, ofreció una disculpa pública, aunque quedó claro que el incidente había escapado por completo de sus manos. Declaró que todo ocurrió por "razones fuera de sus capacidades", y como suele pasar en internet, el juicio fue inmediato:
"¿Entonces era falso?... Lo suponía. Les dije que no se lo creyeran bola de corderos"
"Los dragones no existen, es imposible que una criatura así haya vivido. Ya están igual que los que creen en ovnis y la magia"
"Qué lástima que no fuera real. ¡Estaba tan emocionada por un Dragón! ¡Un dragón!"
"Aunque esta vez no era cierto, las criaturas sobrenaturales y los extraterrestres sí existen. El amigo de un primo mío una vez vio unas luces raras en el cielo…"
Comentarios como estos inundaron las redes sociales. Algunos noticieros, que no respetaron la regla no escrita de "no viralizar lo extraordinario", se rectificaron al aire, esta vez citando la versión "oficial"
Y así, en un solo día, todo se esfumó.
El tema fue olvidado con la misma rapidez con que había explotado, reemplazado por nuevas tendencias: memes, escándalos, debates estériles. Nada sobre dragones, ni esqueletos colosales, solo un suspiro de misterio en el ruido constante del internet.
Claro que, en realidad, no fue olvido.
Fue redirección.
Porque mientras el mundo miraba hacia otro lado, cierta organización ya se estaba asegurando de que nadie volviera a mirar hacia donde no debía, una organización que se movía en la oscuridad de las sombras.
...
Un mes después - La Antártida - Dentro de la caverna
Los dos ojos de Nick observaban cómo las barreras parpadeaban al contener el mar de caos que hervía en su interior. La energía blanca, giraba en espirales descontroladas, pulsando como si tuviera vida propia, y a su alrededor, nadie se atrevía a acercarse.
Los equipos de contención y seguridad comprendieron, con solo una mirada, que aquello no era algo con lo que se pudiera jugar; no se acercarían a algo que parecía querer explotar en cualquier momento.
Y Nick no los culpó por su decisión. Él tampoco lo haría. No iba a mandar a sus hombres al matadero.
Hill a su derecha, y Coulson a su izquierda, compartían la misma tensión. Los tres con mayor autoridad en la caverna no apartaban la mirada del centro del caos. Fue Hill quien rompió el silencio, alzando la voz por encima del rugido energético:
"Director, ¿qué debemos hacer ahora? Ya se han tomado las medidas necesarias… ¿qué sigue?
Nick no la miró. Su semblante imperturbable se mantuvo fijo en el coloso, en el cadáver envuelto por la tormenta blanca que no dejaba de agitarse dentro de las barreras.
"Manténganse alerta. Que el equipo de contención informe el estado en tiempo real. Dependiendo de cuánto puedan aguantar esas barreras… tomaré una decisión" Su voz fue fuerte, dominante. Y su postura, con las manos cruzadas a la espalda, subrayaba su autoridad indiscutible.
En esa caverna helada, donde el aire temblaba por la energía desatada, él seguía siendo quien mandaba.
"Entendido", respondió Hill con firmeza. Se llevó los dedos al audífono de su oreja derecha y comenzó a transmitir las órdenes.
No pasó mucho tiempo antes de que las fluctuaciones en las barreras se intensificaran hasta niveles alarmantes. Cada pulso del vórtice blanco parecía un latido monstruoso que agitaba el aire como un tambor de guerra. Las estructuras de contención vibraban como si la realidad misma estuviera a punto de romperse; como una bestia enjaulado queriendo salir.
Y entonces, el aviso más temido por Nick llegó a través del canal de emergencia.
"¡Subdirectora!" gritó una voz desesperada a través del audífono negro. "¡Las barreras no van a resistir! Según nuestros cálculos, la energía liberada podría arrasar con todo. ¡Ni siquiera los agentes con regeneración avanzada tienen más de un 20% de posibilidades de sobrevivir! ¡La caverna entera va a colapsar!"
Hill no perdió tiempo. Sus ojos se abrieron al máximo e inmediatamente se giró y pasó el informe a su superior. "¡Director… las barreras están al límite. El equipo dice que la energía ya alcanzó niveles críticos. Si se libera, esto nos va a volar a todos... Recomiendo una evacuación inmedia!"
Nick Fury apretó los dientes al escuchar el reporte. No necesitaba más explicaciones. Había estado recibiendo actualizaciones cada minuto, pero ese último mensaje no dejaba espacio a dudas. Ya no se trataba de contener. Se trataba de sobrevivir.
"Tsk…", chasqueó la lengua con molestia y luego levantó la voz como una orden de artillería. "¡Que todos evacuen! ¡Saquen lo más importante y salgamos de este maldito lugar!" Sin esperar confirmación, Nick se dio la vuelta con el rostro endurecido por la tensión, y Hill siguiendolo sin cuestionar. Tras ellos, solo Coulson no se movió. Él era quien se encargaría de que las órdenes se cumplieran, guiando a cada agente como un engranaje más del mecanismo de escape.
Lamentablemente, Fury la había dado demasiado crédito a las barreras.
Solo unos pasos después de girar, sucedió lo inevitable. Las barreras, sobrecargadas, empezaron a quebrarse. Primero fueron fisuras diminutas, luego, grietas como relámpagos de cristal que se expandían a gran velocidad, recorriendo la superficie energética como venas incandescentes.
Entonces, vino la primera onda.
Una fractura más profunda surgió en las barreras que contenían el vórtice y liberó una porción de energía densa, caliente y brutal. Como una explosión invisible, la onda impactó todo a su paso. Nick, que apenas había dado unos pasos, fue lanzado hacia adelante con violencia, cayendo de rodillas, y con los brazos extendidos para evitar estrellarse contra el suelo metálico.
"¡Mier!...", alcanzó a decir Fury, pero no terminó. Y a su alrededor, otros agentes volaban como muñecos de trapo sin peso.
Luego, llegó la señal más temible.
Primero se escuchó un zumbido agudo. Un sonido como el de un arma láser colosal que estuviera acumulando energía, pero distorsionada, como si viniera desde otra dimensión. Era un pitido agónico que hacía doler los dientes, un timbre que se incrustaba directamente en los huesos.
Después vino un crujido seco.
No como un objeto rompiéndose, sino como si el espacio mismo estuviera siendo aplastado desde adentro. Como si el centro de gravedad de la caverna se encogiera de golpe. Todo el aire se comprimió en un solo segundo, y entonces, el mundo estalló.
La energía fue liberada en una explosión devastadora que rompió aun más las barreras, y una onda expansiva brotó desde el núcleo como si una bomba atómica hubiese detonado a ras del suelo. Pero no era fuego ni calor: era pura fuerza blanca, una presión invisible que lo arrasó todo con violencia bulliciosa. El aire tembló. El suelo se quebró. Y las estructuras internas se doblaron como papel mojado.
Pero lo peor aún no había pasado. La energía no se dispersó hacia el exterior como una explosión convencional. En cambio, pareció colapsar sobre sí misma, como si el vórtice hubiese reabsorbido su propia detonación por una fracción de segundo. Y en ese microinstante, una segunda explosión surgió desde adentro, incluso más violenta que la primera.
Un estallido de retroceso, como el impacto de un búmeran cósmico, sacudió la caverna entera. El eco de la energía, al devolverse, arrancó de cuajo parte de los andamios, reventó contenedores, desgarró pisos y paredes, y proyectó escombros en todas direcciones. Era como si el corazón del mundo hubiera latido dos veces y en cada latido se llevara todo lo que tocaba.
Las barreras finalmente colapsaron por completo, convirtiéndose en polvo lumínico. Las alarmas se mezclaban con el zumbido constante, con el temblor del suelo, con los gritos de los técnicos. Y el sistema eléctrico cayó, las luces se apagaron, y por un momento todo fue caos y penumbra.
Pero la cueva no se derrumbó al instante. No todavía, y Fury, aún de rodillas, se levantó con un resoplido colérico. Sus ojos, encendidos por la urgencia, recorrieron el infierno a su alrededor. "¡No se queden en el suelo!", rugió. "¡Salgan de este maldito lugar y olviden lo demás!", no necesitó repetirlo.
Los agentes, impulsados por el miedo y la adrenalina, comenzaron a correr hacia las dos salidas principales. Algunos tropezaban entre los escombros, otros chocaban entre sí en la oscuridad, cegados por el polvo, y tambaleantes por el estruendo. Pero nadie se detenía. Nadie se atrevía a mirar atrás.
Corrieron. Corrieron como si el mismísimo fin del mundo los persiguiera.
Y la caverna, como si quisiera despedirse con un último aliento asesino, comenzó a derrumbarse por tramos. Rocas y placas metálicas se desprendían del techo. Las columnas temblaban. El pasillo principal comenzó a colapsar justo cuando los últimos agentes lograban cruzar el umbral.
Algunos escaparon por segundos, literalmente.
Las puertas se cerraron tras ellos con un estruendo final… y el interior quedó tragado por la oscuridad, el polvo y la destrucción...
...
La montaña colapsó.
No fue un derrumbe común, sino una implosión de origen imposible, provocada por una energía que desgarró la roca desde adentro. El estallido fue sordo al principio, pero segundos después una gigantesca nube de nieve y polvo se elevó al cielo, como un hongo volcánico que se expandía a cámara lenta, cubriendo el sol.
Todo el complejo de SHIELD (torres de monitoreo, estructuras modulares, generadores, antenas, contenedores etc) fue tragado en cuestión de segundos, como si la tierra hubiera decidido devorarlo sin piedad. Equipos de última generación, tecnología experimental, millones en inversión... convertidos en chatarra invisible bajo toneladas de hielo y escombros.
Desde una colina distante, Nick Fury, Maria Hill y Phil Coulson observaban en silencio. Ni siquiera tuvieron tiempo de maldecir. El aire temblaba, y aunque estaban a salvo físicamente, no pudieron evitar sentir cómo un peso les caía en el pecho.
"Eso le va a doler al presupuesto...", murmuró Coulson.
Nick no respondió. Su mandíbula estaba apretada, y en su mente ya sonaba el eco de la billetera de SHIELD llorando por esto.
Pero entonces, la tierra comenzó a vibrar.
Al principio fue un temblor apenas perceptible, pero en cuestión de segundos, el suelo bajo sus pies latía como un corazón enfermo. Grietas serpenteaban entre la nieve, y los restos de la montaña se sacudían como si algo debajo estuviera peleando por salir.
No hizo falta que Fury diera una orden. Todos los agentes comenzaron a retroceder con rapidez, y hasta los pingüinos imperiales, mucho más lejos en el horizonte blanco, emitieron chillidos agudos mientras agitaban sus alas con desesperación. Desde su perspectiva, el fin del mundo había comenzado.
Un nuevo estallido.
Fragmentos de roca, del tamaño de autobuses, salieron disparados hacia el cielo, girando como proyectiles antes de caer a kilómetros de distancia. El temblor se convirtió en un rugido telúrico, y justo cuando todos pensaban que el espectáculo había alcanzado su clímax, llegó un rugido.
Un bramido tan colosal, tan desgarrador, que hizo que el aire mismo se contrajera. Las ondas de sonido golpearon los cuerpos como una onda expansiva: los agentes cayeron de rodillas, se taparon los oídos, gritaron, y la sangre brotó de sus tímpanos, roja sobre el blanco inmaculado de la nieve.
"¡GROAARRRRGGHHH!"
El rugido partió el cielo. La montaña terminó de desmoronarse... y entonces lo vieron.
Una figura emergió de entre los escombros. No como un monstruo desorientado, ni como un animal que despierta. No. Emergió como un rey. Un enorme dragón blanco.
Cuatro patas como columnas de obsidiana helada se afirmaban sobre lo que quedaba de la cima y más allá. Su lomo arqueado, inmenso, pulsaba con una energía blanca que se derramaba en forma de vapores densos. Dos alas extendidas como velas de guerra eclipsaban el sol, y su cuello se alzó hacia los cielos mientras exhalaba otra exhalación ardiente que hizo vibrar el aire como un espejismo.
Nick Fury, con ambos ojos abiertos como platos, sintió que algo más profundo que el miedo lo atravesaba. No era terror. Era respeto. Aquello que estaba viendo no era una criatura, era una entidad grandiosa.
La imagen que había visto en aquella proyección en su oficina no le hacía justicia.
Nada podría haberlo preparado para ver al Dragón Blanco en carne y hueso.
Ahora, era real. Y su majestuosidad era tan absoluta que el mundo a su alrededor parecía haber quedado en silencio, rendido ante su presencia.
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N/A: Imágen en los comentarios.
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